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Crónica de una boda anunciada

Crónica de una boda anunciada

2/10/10. Una fecha inolvidable. Un día fabuloso. Así es el Charlio, un tipo que en el día más importante de su vida, se alía con los astros. En pleno otoño, y con los riesgos climatológicos que ello conlleva, amanece un "día de verano". Increíble. Todos lo sabíamos. La primera boda de uno del grupo de amigos del cole no iba a salir mal. Salió estelar. Para ello un sensacional anfitrión cumplió con todos los honores y no escatimó en gastos.

Can Zafra. Primera toma. En la céntrica calle Girona de Barcelona. un grupo de amigos, rompíamos el hielo en la terraza de un bar. No queríamos vernos por primera vez vestidos de traje de gala en el silencio de la iglesia. Una VollDamm, una risas y las primeras fotos amenizaron la posterior procesión hacia La Concepció.

En las escaleras de la entrada, Carlos, en la espera más eterna de su vida, nos abroncó. En el fondo se rió, sabía que para bien o para mal sus amigos del cole también tenían su parte de protagonismo. La novia llegó, lloró, y anduvo al son de la cámara lenta que pautaban las notas del órgano. Momentazo. El cura "opusdesiano", con más vocación para el monólogo que para impartir fe, alargó la deseada estampa. El sí quiero fue cómo requería el momento, con firmeza, con la templanza nerviosa de quién sabe recitar la anhelada felicidad. Ahí testimonialmente, el Xavi y el Kiki, el tercero brilló por su ausencia. Luego se excusó con el novio, aunque le percató qué no sabía nada, a lo que el novio rápido se supo excusar.

De traca. La ceremonia concluyó con el libro de firmas de los testigos, de lo que no puedo recalcar nada más que la anterior anécdota del tercer testigo perdido entre bambalinas. La salida de la iglesia fue espectacular. Una nube de confeti, arroz, más algún que otro pétalo, recorrió la cabeza de todos los presentes en dirección a los novios. La banda sonora corrió a cargo del pirotécnico Pablo, con un par de tracas de carpinteros nos inmortalizó los tímpanos. Finalmente, un grupo folclórico cerró el acto enseñándonos el camino hacia el convite.

Un ameno viaje en autocar con los reyes del megáfono, esta vez, más Gila que Rafa, nos trasladó a un sitio del Vallés. Elegido con sumo mimo y sigilo, Can Rosás enamoró a propios y extraños. Escondido entre Sant Cugat y Valldoreix el citado lugar nos recibió con velas blancas, que pintaban el sendero a una comitiva todavía tímida y recelosa por lo que aventuraba la noche. Un amable y verde jardín, más una sensacional pareja flamenca "versionando" canciones conocidas, acogían a grupos de gente tan variopintos como pintorescos. La novedad “mojitera” del aperitivo fue apreciada y admirada por invitados de toda índole, tradición, clase o religión. La comida se la repartieron los más ágiles en el don de encontrar alimento. Pablo fue un gran estandarte, si te movías con él, encontrabas buena sombra dónde cobijarte. El atardecer se escapaba con una calurosa melodía, que daba paso a los embriagados comensales, que ya empezaban a desinhibirse.

El paso a las mesas se hizo algo largo, pero la recompensa se hayaba una vez encontrabas tu ansiada ubicación. Una sorpresa. Una foto. El invitado con alguno de la feliz pareja casada. Una dedicatoria, y a más de uno se le escapó la enésima lágrima. Mientras, entre plato y plato, mínusculos grupos testaban de pie su grado de embriaguez. La cena transcurrió muy sanamente. Alguna ola improvisada, algún cántico y algún “viva els nuvis” fueron los desencadenantes, para el corte del pastel. De lejos, en la lontananza, apenas pude ver al Carlos pegándole un buen lametón a un trozo de tarta que se había quedado enganchado en el cuchillo. La siguiente entrega de los novios fue la "entrega del ramo". Nos premió con dos aspirante al título. Depi & Marta y Kiki & Vera. Como bien rezaba Felipe en un mail previo a la boda: “escalonadamente por favor”. Cerró este acto un powerpoint musical excelente, aunque por culpa de un camarero cabezón no pude contemplar nítidamente.

Nuestro momento de protagonismo se lo cedimos al Bernat. Pese a que la preparación, junto a Felipe y demás, había sido escueta, los predecesores habían dejado el nivel perfecto para un humorista como el Coronel. No le costó nada saltar de su silla de comensal y erigirse en delegado de los amigos del cole. Cual Grouxo Marx se acogió a su lengua materna (siendo el único portavoz en hacerlo) y dando voces de perfección y anecdóticas catástrofes íntimas del novio, levantó risas y ovaciones entre el respetable, siempre con la claca de Caspe detrás.

Los discursos, los brindis y los puros condujeron a la gente a la pista de baile. El vals compaseó las caderas de los ahí presentes: Núria y Xavi, Marta y Depi, Vera y Kiki, María y Víctor, Alina y Pablo, Judit y Bernat, Rafa y Gila y Felipe. Mientras, los novios disfrutaban de su gran baile, en su gran boda.

El resto fue “jauja” y “jaleo”, saltos, puritos y maletines, fotos y videos, gritos  y cánticos y sobretodo, alcohol. Siendo sincero recuerdo muchas cosas entre nubes de risas y camisas empapadas. Recuerdos íntimos, que cada uno, vivió en primera persona, como los abrazos, los besos y arrumacos, los bailes,  Jacinto, y un desorden de ideas difíciles de clasificar. Fueron momentos increíbles. Momentos que espero no se nos olviden nunca. Sólo decir, Carlos feliz viaje.

Víctor Ariza

4 comentarios

Xavilo -

Fantàstic...entre mocs i tós sempre es agradable recordar momnets tant grans com els que vem viure le passat 2 d'Octubre!

Carlos -

Gran crónica! Fue genial! Gracias a todos por vuestra ilusión y entusiasmo y por hacernos vibrar de esta manera! Un abrazo desde buenos aires!

MÚ NITIS -

AMEN.

Gil bo -

Grande victor, por el mensaje y por el canal. Sólo destacar algunos preguntas que me rondan: 1. me gustaría saber cuántos vasos se rompieron por causa directa o indirecta del grupo de caspe (¿posible record?). 2.- Me gustaría saber si terminaron remunerando al Mario Bross de Alfarrás que estuvo repartiendo fruta y cigarros a mansalva.

Fue y fuistéis todos muy grandes.

Un besazo