No. No puedo.
7:00 h.
No.
Por más que lo quiera no puedo salir a la calle cómo un cálido efluvio.
Tengo que aceptar ser escupido de repente y de forma hostil,
y encontrar minutos después un mundo frío de Metro y Gelocatil.
11:00 h.
No.
Por más que lo desee no puedo cambiar el curso de este río.
Tengo que admitir que todo lo que sube baja,
que no cabe la esperanza y que el Ministro de Tardanzas
ha vuelto a sonreír.
14:00 h.
No.
Por más que lo quiera no puedo borrar las huellas del deseo.
Tengo que asistir diáriamente al tórrido desfile
de muchachas modeladas
por las últimas tendencias universitarias.
20:00 h.
No.
Por más que lo desee no puedo hacer de mi vida un juego.
Tengo que aceptar el tedio y participar en él,
amorrarme a la tele y al mundo al revés,
y dejar que las horas pasen
sin hacer lo que tengo que hacer.
No.
Por más que lo quiera no puedo salir a la calle cómo un cálido efluvio.
Tengo que aceptar ser escupido de repente y de forma hostil,
y encontrar minutos después un mundo frío de Metro y Gelocatil.
11:00 h.
No.
Por más que lo desee no puedo cambiar el curso de este río.
Tengo que admitir que todo lo que sube baja,
que no cabe la esperanza y que el Ministro de Tardanzas
ha vuelto a sonreír.
14:00 h.
No.
Por más que lo quiera no puedo borrar las huellas del deseo.
Tengo que asistir diáriamente al tórrido desfile
de muchachas modeladas
por las últimas tendencias universitarias.
20:00 h.
No.
Por más que lo desee no puedo hacer de mi vida un juego.
Tengo que aceptar el tedio y participar en él,
amorrarme a la tele y al mundo al revés,
y dejar que las horas pasen
sin hacer lo que tengo que hacer.
1 comentario
javi -
En fin...a ver quién tiene cojones de cortar por lo sano. Si alguien los tiene, olé...pero yo, no.