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RustypetaS

oda a la espera

Oda a las horas largas, a los minutos interminables, a los segundos languidecidos por la espera. Oda a la espera, al tiempo que pasa entre el quiero y el puedo, al error en la concatenación de quehaceres, tan común en esta época de calor meridiano, de implacable justicia solar. Oda al mediodía, al tránsito entre la prometedora mañana y la ominosa tarde; a la espesura de sangre, de boca, de mente que sigue a la comida.

Oda a la espera callejera, al paradójico sentimiento que se mueve entre el ansia y el enojo, entre la gratitud y el reproche. Oda al punto de espera, tan típico en la gran ciudad, donde decenas de personas se miran avergonzadas.

Oda a ese tipo de personas que, como yo, decidimos llegar pronto, que de hecho es llegar en punto. Oda a las miradas resentidas entre el gentío.

Oda a los que esperan diez, a los que esperan quince, a los que esperan media y a los que esperan una. ¡Vaya cojones los que esperan una! Oda a los que siempre esperan -personas de una pasta distinta-, pues ellos crecen en cada espera, analizan, argumentan, sopesan sus sentimientos...en esas horas que no están tan muertas.

Oda a las horas muertas porque de ellas brota vida, otra vida distinta a la común, común a gente distinta, la vida de los que esperan, los que, sufridos afortunados, viven dos vidas. Y si no, ya me dirán dónde encontrar hoy en día un rinconcito de forzada soledad abocada al ensanche de la vida interior... si no es en la espera.

by javi

1 comentario

Lupen -

Qué alegria entrar aquí y encontrar de nuevo escritos del calibre dieciséis. Merci Javi por seguir haciendo de este lugar un rincón de misteriosa profundidad. Seguimos a la espera.